Bueno, pues pasaron las Navidades, y aun con el dolor de las agujetas en todo el cuerpo, no dejo de regocijarme en el recuerdo del día de Reyes. Uno de los días más inolvidables de mi vida, que por mi carácter no son pocos, soy afortunado en ese aspecto.
No pasa un rato sin que piense en ello, y sobre todo lo que más me impactó y todavía no deja de sorprenderme es la intensidad de decibelios que acompaña a la carroza del Rey Mago, claro, cuando uno está de espectador uno va comentando la cabalgata, con júbilo, entusiasmo, pero cuando llega la Carroza Real, la muchedumbre estalla en gritos, pues este año yo iba navegando sobre ese mar de gritos constantemente y eso realmente es lo que más me impresionó.
Fue un día maravilloso en todos los aspectos, para una persona extrovertida como yo, el echo de conocer gente nueva, ya es un punto super positivo, porque la verdad he conocido gente muy buena, el caso de los compañeros de carroza, a las encarnaciones de los Magos, Juan López Cerezo y Kelvin de la Nieve, a Luís, hermano de Kelvin y a su primo, a la Estrella Guía y a la gente de cultura del ayuntamiento, gente magnifica, y sobre todo acompañar a Guillermo Orozco junto a nustro amigo, incondicional como él solo, Alfonso Pérez.
Ha sido una experiencia inolvidable, al igual que las emociones vividas durante el día anterior, viviendo directamente la emoción reflejada en las caras de los niños al entregarles las cartas a sus Majestades, y en la mañana del día 5, lo que más me impresiono, dentro de todo ese maremagnum de emociones fuertes, fue en el Hospital Infanta Elena, cuando íbamos por aquel pasillo de infantil, y vi una carita pequeña, con una expresión tan bonita, cargada de asombro a través de una ventanita pequeña con un cartel que decía “aislamiento total”, con su pijamita azul y claro a mi mente voló el recuerdo de mi peque cuando lo operamos en Sevilla, con el mismo pijama y la misma carita, y mi reacción fue de ofrecerle una sonrisa y un saludito, ya a continuación llegaron los Reyes, y me aparté, pero esa carita la tengo y tendré grabada a fuego en mi memoria.
Otro de los momentos mágicos es cuando en la cabalgata me encuentro con mi famila, con mis padres, hermanos, tíos, primos y entre ellos mi estrella guía con su estela, mi mujer y mi hijo, ohhh, que fuerte.
También me impresionó llegar a la esquina de Galaroza con Federico Molina, que al girar lo que vi fue una autentica marea humana, como jamás había visto desde el punto de vista de protagonista, y que no paró hasta llegar al ayuntamiento, fue maravilloso, agotador, pero repetiría mil veces más.